El Dr. Moscoso Puello
Estas palabras están contenidas en una de las Cartas a Evelina escritas en las primeras décadas del siglo XX, compiladas luego en el libro del mismo nombre, escritas por el Dr. Moscoso Puello.
En este extracto el autor externa muy fuertes opiniones sobre un sector que antes, y ahora, domina la escena nacional: los políticos. Para tratar el tema Moscoso Puello pone en boca de un personaje, de origen extranjero, estas, sus palabras sobre el tema Oposición en RD, veamos:
La oposición Política:
«Por ser algo, cualquier cosa, dan la vida. Cuando están formando parte del gobierno viven una vida de dilapidación y de placeres; cuando están abajo, cuando han sido despedidos, por algún cambio de administración no se ocupan de otra cosa, esperando el momento de volver al poder. Son unos haraganes. Y no consideran esto como una deshonra, por el contrario, se sienten orgullosos. Siempre hay en Santo Domingo un grupo de desocupados en el parque, en los cafés, en las calles, que sólo se ocupan de hablar mal de los que están empleados y del gobierno. Van de aquí para allí, corretean por las carreteras, charlan en los clubs, secretean, amenazan, escriben en los periódicos, lanzan propaganda, pero no trabajan no hacen absolutamente nada, son de la oposición; ésta es una condición honrosa; ser de la oposición es ser un vago, un pendenciero o vivir del projimo (Sic), tener un saco verde, unos zapatos viejos, un sombrero amarillo, un cuello sucio y despacharse de lo lindo en cualquier sitio contra los que están viviendo del presupuesto.
Cuando se está en la oposición, sólo se lee el periódico que está contra el gobierno, se vive en la calle todo el día, se habla mucho, demasiado, hasta por las mangas de la camisa, de los otros. Los de la oposición inspiran respeto, están ejerciendo su derecho. Y los que están bien, arriba, los miran con desprecio o con simpatía, eso depende de las circunstancias. Se les considera como perros rabiosos en ocasiones, y nadie se les acerca; otras veces, cuando están fuertes, mantienen contacto con ellos por lo que pudiese suceder. Ser de la oposición, para los que están arriba, es ser un hablador, un intrigante, o un hombre íntegro, y se guardan consideraciones por su firmeza, por su obstinación en no hacer nada, en permanecer en su puesto de honor, sin venderse, hasta que la situación no cambie. A veces sucede lo contrario, y los ciudadanos de la oposición tienen su precio. Se les ofrecen prebendas, según su condición, y entran a disfrutar del presupuesto. Porque en todo esto no hay una idea, una convicción. Están en la oposición, cuando no se les da un empleo, y la abandonan tan pronto como se les atiende, de acuerdo con sus aspiraciones.
La oposición es una actitud de defensa o una posición de ataque. Van a ella por necesidad, cuando se les despide, cuando se les echa del poder, o por conveniencia, cuando quieren que se les llame. La oposición siempre produce algo. Desde ella amenazan, piden, suplican. Pero hay quienes nunca salen de ella, por inútiles, por inservibles, o por rabiosos empedernidos; y ésos viven siempre en la oposición o de la oposición misma. Dentro de ella está su negocio. Los tales, son oposicionístas por toda la vida, para vivir del prójimo. Porque en la oposición se puede vivir muy bien, o muy mal, depende de la habilidad del sujeto. A veces, la oposición produce mucho, tanto como el presupuesto. En la oposición se puede permanecer pobre o hambriento, por temporadas, o por toda la vida, o enriquecerse fabulosamente. Esto depende de como se maneje y de quien la maneje.
¡Las cosas de este país no están escritas….! La oposición vive en la calle, en las plazas públicas, en los cafés, en los clubs. Tiene sitios predilectos. Así en el parque Colón, en Santo Domingo, tiene bancos que son exclusivamente para su uso. El Parque Duarte, en San Pedro de Macorís, también los tiene. Hay hoteles, fondas, cafetines, para uso de la oposición. Porque los dos bandos se respetan, se temen, a veces se odian.
La oposición es muy madrugadora, se levanta temprano. Como sus miembros no trabajan, por lo regular, salen a la calle en las primeras horas de la mañana, para comenzar a ejercer sus funciones. Esto es visto con la mayor naturalidad por todos. El cochero, el limpiabotas, dicen, al ver los grupos con su indumentaria característica, la mirada hostil, el jesto (Sic) amenazador, cuchicheando: ésos son de la oposición. En esto pasan el día y parte de la noche. Acabando con el gobierno. Esa es la consigna. No se les puede hablar de otras ocupaciones que no sea la política. Perder un empleo del gobierno y dedicarse a otro trabajo es considerado como denigrante en este país. No hay más que dos medios dignos de ganarse la vida: o empleados del gobierno o en la oposición. El dominicano no entiende de otra cosa. El comercio es para el extranjero, y la industria también, porque no pueden ser políticos. Esa es la verdadera condición de Santo Domingo. Y mientras, nos aprovechamos de esto, y aunque el país es pobre, los extranjeros podemos hacer regulares fortunas que nos permiten llevar una vida holgada aquí o en nuestro país. ¡No he visto gente más torpe en el mundo, que estos dominicanos…!»
Este es el primer post de una serie de referencias al libro Cartas a Evelina, consideramos que habiendo sido estas palabras escritas hace casi un siglo, asombra y causa tristeza que, en esencia, todo siga igual.
El libro puede ser descargado aquí
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